Los que
conocen el balneario de la Virgen de Jaraba (Aragón), saben que es un lugar
excepcional, conocido al menos desde el tiempo de los Romanos , pero
seguramente mucho antes. Era conocido para sus Aguas
de las Ninfas o de los espíritus de la naturaleza, las Naîades (naiein
en greco, lo que fluye como las aguas vivas y las fuentes de la vida que unen).
Es como una cuna hecho de rocas
donde se encuentran las fuentes de la vida. La pureza y la simplicidad de los
lugares, desenredados de las astucias de nuestra sociedad, facilitan de
conectarse con el principio Padre del cielo y el Principio Madre de la Tierra.
Es un verdadero baño para la juventud, la reestructuración y la regeneración de
nuestra vida. Además, acostumbrados del lugar, recibimos cada año por parte del
equipo balneario un acogido, cuidados y una atención particular y familiar.
Este año nos encontramos con un
grupo a más de 90 (97) personas, una parte de vascos y una parte de catalanes.
Este gran número no planteó ningún problema de organización puesto que cada uno
aportó el suyo. Se colocaba cada día, que comenzaba con un ejercicio de
armonización corporal y luego una corta meditación, bajo una intención
específica. Siguieron: la coherencia (interior y exterior) de nuestros actos, palabras
e ideas; el
orden, dinamismo de armonía que
depende de cada uno; la belleza o la manera de expresarnos y la unión de nuestras diferencias, el espíritu del nuevo
tiempo y de la nueva conciencia colectiva.
