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La escuela de la vida es realizar la energía libre del corazón: el amor incondicional.

Viene visible por la fraternidad universal y su expresión en la paz.

Se realiza por un estado de crecimiento continuo de solidaridad, en concreto: por la creación de relaciones más autenticas, libres y creativas entre nosotros.

Este estado va encima de todas las etiquetas y organizaciones que nos pueden separar por sus visiones tan valientes que sean.

Implique valorizar todo en la perfección de la armonía del conjunto.

Es un trabajo dinámica de síntesis.

la nueva enseñanza de Cristo-Buda

la nueva enseñanza de Cristo-Buda

El triángulo MaRoPAL (Madrid-Roma-Paris)

Programma Pasqua 29 marte – 2 de abril 2018

En el priorato de Marcevol (Pirineos Orientales): convivencia en la luz de la resurrección y su relación con la región.

Del jueves en la tarde de la semana santa hasta lunes medio día.

Precio: 150€ alojamiento y comidas (pensión completa).

Contactar el autor del blog para reservar según plazas disponibles.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

El nuevo paradigma: la convivencia o vivir relaciones más justas a través de los ciclos energéticos: parte 1 el otoño

Ya sabemos que la esencia del nuevo paradigma se puede resumir en la noción: convivencia. Supone que vivimos relaciones más justas con uno mismo, nuestro entorno y lo demás. El efecto de esto rectificación en nuestros expresiones es que nuestra conciencia individual se despierta hacia una conciencia colectiva y se alinea con la armonía de una visión dinámica y holística. Así nuestras expresiones se cuadran de manera más armoniosa en el conjunto.

Una de las maneras de llegar a esto es vivir más conscientemente los ciclos energéticos que influyen en nuestra vida. Entre otras podemos nos dar cuenta del impacto del ciclo energético que representan las cuatro estaciones en el año. Dejan examinarlo.
Primer parte: el otoño.                                 
Después la luz del verano con el calor de su fuego, entramos en una periodo que resfría permitiéndonos tomar más aire. Las energías del verano nos pujen a la libertad quitando las normas. Se expresa en el cortar del ritmo normal de nuestras ocupaciones: salimos más y de preferencia tomamos vacaciones. La bajada de la temperatura del otoño nos puje a la vuelta y a reconectarnos con el ritmo de la vida que dirija a nuestras ocupaciones principales. Esta vuelta es un retorno al conocido y el experimentado de los objetivos de nuestra vida que hemos confirmado en los deseos del nuevo año del hibierno pasado y enganchados en los meses siguientes. Es la continuación de la expresión que hemos construido en el primer parte del año que falta dar ahora una forma más efectivo.
La bajado de la fuerza del fuego nos puje a reconectarnos con el curso normal de la vida con su tendencia de repeticiones que conducen a su empobrecimiento y finalmente su autodestrucción. Pues esta bajada da el paso a la entrada de nuevas energías para poder continuar. Estas nuevas energías están de nivel superior.
Hay una coincidencia al nivel cósmico. Por su posición enfrente el sol, la tierra se expone más y más a la influencia de las energías extragalácticas que entran en nuestro sistema solar, sobre todo, vía un punto central (Kali) en las Pléyades.

Estas energías, no transformadas e ya no experimentadas al nivel galáctico y nuestro sistema solar, son igualmente de nivel superior u original y más sutil. Representan la renovación de las fuerzas viejas. Tienen un efecto aparentemente doble y contradictorio sobre nuestro curso de vida según el nivel de nuestra conciencia.

Más que estamos inconscientes, más que alimentan el “sobrevivir” o el mantenimiento del curso automático de la realización de nuestros objetivos. Refuerzan así nuestras determinaciones y dominaciones, dándolas nuevos impulsos sin reorientarlas. La tendencia del otoño de replegarnos al nuestro interior no viene de esta manera tanto un revenir a la profundidad más sutil de nuestra esencia divina sino una acentuación del integrismo de nuestras convicciones personales, no bastante arraigadas enfrente la nueva horizonte que se ofrece. Eso evoca conflictos y lucha entre la necesidad de mantener y de cambiar los patronos de vida. Conducen automáticamente hacia un reforzamiento de un sistema de oposición entre conservatismo y progresismo que pone en el centro la dominación de la mayoría de visiones individualistas y su imposición por reglas u normas para asegurar una vida manipulada.  

Si estamos más despertados, la nueva energía alimenta el despertar de nuestra conciencia reorientándonos a la expresión de la esencia más sutil de nuestro ser en el conjunto. Si lo permitimos escuchándolo, es el momento que alimentamos nuestro potencial interior para darlo la oportunidad de reorientar y alinear el curso de nuestro vida hacia una armonía mayor. La tendencia del otoño de interiorizarnos viene entonces una liberación de la fuerza interior más sutil y sabía que tenemos todos grabada en nuestra alma su forma de un sueño de perfección del conjunto de la vida. Es también en este tiempo que las energías de la jerarquía espiritual y de la fraternidad universal vienen más disponibles. Efectivamente la tierra está más directamente posicionada en la dirección de la zona galáctica que emite estas energías, expresadas por la constelación del Cristo cósmico. La abertura a estas energías nos permite hacer un retraso enfrente las patrones viejas y construir nuevas visiones colectivas que nos cortan de puntos de vistos exclusivos. Abren el camino al no visible y el no experimentado del ser creativo y solidario en un cuadro de crecimiento de armonía y de fraternidad. El sobrevivir viene entonces vivir, el camino de la abundancia y de alegría.

Entre estas dos tendencias de integrismo y de liberación, que se fijan y encajan en el estación siguiente del hibierno,  vivimos confrontaciones, hay veces, dolorosas, sobre todo al nivel colectivo económico, político y social. Esto tiempo de la vuelta es muchas veces un tiempo que las crisis latentes se confirman y salen por nuestra conciencia y nuestra mente de dualidad. La ley de la separación y de dominación no acepta el camino del centro o del justo medio. Es el camino de la ley de la armonización. Nos libera según nuestra conciencia superior despertada sobre  la unidad dentro las diferencias. Incluye el despertar de la conciencia colectiva. Según la ley de la separación la vida se mantiene solamente en el objetivo de sobrevivir y no de expresar la esencia del potencial de cada uno: ser armonía o paz imperturbable. Pues las conciencias, colectiva e individual, limitadas y separadas refuerzan el peso ciego de la inconciencia colectiva, causa de relaciones injustas y distorsionadas.            

Creímos, también en la literatura espiritual, que no podemos llegar a la paz sin conflictos. Es por causa de nuestra mente de separación y de división que incluyen el principio de dominación. Si miramos las estaciones, sobre todo el otoño, vemos que la naturaleza hace una transformación sin resistencia. Las plantas, bajando su savia, transforman el potencial de sus hojas en colores estupendos. Es un proceso de retraso de la vieja energía para permitir una nueva entrada de las energías de las fuentes cósmicas que preparan a la renovación de la vida en el ciclo próximo. Así se forman cuadros de armonía que nos muestran la maravilla de una paz profunda.  Este retraso enfrente los viejos patronos para poder renovar a la vida, deberíamos aplicar a nuestro nivel humano. Pero, por nuestros condicionamientos y conceptos, fijamos nuestra evolución y resistimos a la oportunidad que nos ofrece este  tiempo del año, u en reacción, nos perdemos o huimos en la exaltación del nuevo. Así nos alejamos del equilibrio de la verdadera evolución cósmica, y no nos abrimos a nuestro potencial creativo  para entrar en una armonía más sutil de paz verdadera.

Esta estación, ofreciéndonos aire fresco después el calor del verano, influye principalmente al funcionamiento de los pulmones. Pide una adaptación (aceptación del cambio) prudencia (integración) y protección (transformación) que reflejen el proceso de la confrontación que evoca este tiempo de otoño. Si no tenemos cuidado con los cambios que se presentan, nuestra respiración puede afectar diferentes partes de nuestro cuerpo. No bajando nuestro ritmo de expresión o por falta de dormir, agotamos las reservas del bazo y causamos cansancio. Falta de protección puedo provocar sequía de la piel o problemas relacionada a los riñones. Una respiración no adaptada a la bajada de la temperatura puede provocar catarro (garganta) o problemas de circulación que pueden hacer sufrir el corazón. Pues al nivel emocional todo esto puede provocar tristeza y acentúa la melancolía a los tiempos pasados. Sin extendernos sobre la necesidad de adaptar nuestros alimentos, decimos solamente que el arroz integral nos da en este tiempo el metal (hierro) y los oligoelementos (fósforo, magnesio y potasio)  necesarios para asegurar la armonía de nuestra salud.

Cuando vivimos más conscientemente, el otoño puede ser un tiempo de limpieza de la memoria encargada en el pasado, liberándonos de nuestros bloqueos físicos, emocionales y mentales, abriendo nuestra sensibilidad para las realidades superiores de nuestra alma, incluido la liberación de su memoria de vidas anteriores.

Vivir desde el mundo superior de nuestra alma y no sobrevivir desde el ritmo repetitivo y automático del conocido es la llamada principal del otoño. Buscar el justo medio entre el experimentado en el pasado y el potencial del  futuro es la manera correcta de relacionarnos y de expresar el amor perfecto,  incondicional que es la esencia de nuestro corazón.

 

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La misericordia reúne todas las calidades que son necesarias para la apertura de nuestro espíritu y de nuestra conciencia:

- La humildad, en lugar del sentimiento de superioridad o de inferioridad " permite ponerse a la altura del otro y crea la comunicación necesaria o la sintonía para que nuestras interactividades sean compartidas en las mismas circunstancias;

- La paciencia, en lugar de la imposición autoritaria, permite la adaptación de nuestra comunicación al ritmo del otro y del conjunto y crean la sincronía en la cooperación;

- La benevolencia o la valoración del otro, en lugar del no-respeto, permite reconocer a través del otro lo que se nos escapa de nosotros y por tanto nos falta para unir las fuerzas de la sinergia que garantizan la paz;

- La magnanimidad del corazón, en lugar de la rigidez mental que no deja lugar a las experiencias y las instrucciones necesarias para poder comunicar con la visión de otros en un proceso de sinopsis.

- La clemencia y la indulgencia, en lugar del rechazo de lo que es diferente a uno mismo, permite perdonar al otro y apelar a su autenticidad para que entre en la simbiosis con nuestra esfera de vivir y de pensar;

- La generosidad, en lugar de guardar todo para sí, le permite amar sin juzgar y dar al otro lo que necesita pero que no es capaz de conseguir por sí mismo, es la concreción de consciencia y de la ciencia de síntesis;

- La creatividad, en lugar de la aplicación conservadora de reglas estrictas, permite superar los bloqueos de la sabiduría, haciendo de la vida una celebración(sinagía) que expresa la posibilidad de unir y de realizar el sueño del paraíso, escondido en cada uno de nosotros.

Reflecciones

¡¿Quién no se siente impotente o paralizado de miedo ante las estructuraciones de nuestra libertad a través de los diferentes poderes en el mundo, que nos mantienen en la mentira, la exclusión y el inmovilismo en nombre de la justicia?!

El mundo no puede sobrevivir sin evolución. Nuestra incomprensión crea las resistencias que transforman estas crisis en rupturas, catástrofes y sufrimientos. ¿Quién tiene la culpa? ¡Tanto el individuo como la colectividad a los que falta la conciencia!

(extracto del libro: el retorno del Cristo Cósmico)

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