En las páginas Internet de Pangeosis explicamos la conexión entre el corazón y el alma como el camino celestial o el antaskarana quién conecta nuestra personalidad con la naturaleza divina de nuestro alma, el principio creador-motriz original de nuestro de Ser superior. Esta conexión es una de las claves para retirar todo encerramiento y toda separación que existe dentro de nosotros. Se expresan por la incoherencia que experimentamos entre nuestro corazón y nuestra cabeza o también entre ser y parecer. Es como una segunda voz que habla en nosotros: una voz auténtica, original y profunda y el otro automático, justificando y dirigente. Es la dominación de esta segunda voz que nos separa de nuestro ser verídico y que impide el despertar espiritual y la iluminación en nuestra naturaleza divina.
La verdadera iluminación se hace en cuanto se puede ver la perfección o la verdad, la belleza, el amor y la sabiduría infinitos a través de los límites de las manifestaciones. No está a menudo más que un momento feliz, algunos momentos, pero puede también cumplir períodos de más o menos felicidad, hasta volver un estado más constante, profundo e ilimitado. Buda lo alcanzaba por fuerza de concentración meditativa, mantenida durante años, hasta el momento que todos los límites de la manifestación, que ocupaban su espíritu, caían. Entraba entonces en la realidad del infinito.
Con todo, estos límites o barreras de unión pueden también caer cuando estamos dispuestos de ver e comprender que toda manifestación que nos impone sus límites y toda experiencia de nuestros acondicionamientos son indicaciones del camino hacia una realidad de amor que une al todo. Es una actitud positiva que va más allá de todo juicio (en el sentido de exclusión o condena). Es reajustar “conscientemente” nuestros límites y oscuridades, valorizando el amor imperfecto manifestado o experimentado en la realidad infinita de un amor incondicional.
Es un trabajo que pide cortar con nuestros automatismos y tomar el justo retroceso para ver más claramente y permitir una transformación positiva, continuo y consciente que se exprese a través nuestros actos, pensamientos y palabras.
Podemos apoyar e intensificar esta transformación con ayuda de ejercicios meditativos. Describimos la siguiente meditación como un ejemplo orientativo. La iluminación es finalmente la realización de la liberación de la energía de amor hacia la conciencia de uno mismo. Es el estado en el cual nos realizamos lo que es el amor verídico hacia el cual nuestra voz interior nos llama constantemente. Es una transformación de la energía, que nos empuja, en luz tachyonique (más rápido que la luz), vuelta conciencia de uno mismo.
La iluminación tiene como efecto que nuestro enfoque del mundo, tiempo y las fuerzas dentre de nosotros y en torno nosotros se abren progresivamente hacia el infinito. Permite así ver cada vez más sus otras dimensiones, menos limitadas, hasta la dimensión pluridimensional de la unión total. Es la del acuerdo perfecto que resuena en todo como hologramas de la armonía universal de la creación. Por último, la oscuridad y los aspectos oscuros de la vida, son expresiones de amor, que estén limitados.
Nuestro espacio de vida pasa a ser entonces un vacío pleno de energía libre de amor. Entramos en el presente y la presencia infinita de una inteligencia de amor superior. Libera progresivamente la memoria del pasado y es capaz de ver el potencial del futuro. Tenemos entonces acceso a fuerzas que van más allá de la luz y de la oscuridad de la manifestación física. Esta inteligencia nos hace entrar en la luz multidimensional (nirvana) que nos da acceso al potencial creativo de la sabiduría universal. Es un estado de calidad vibratorio que va más allá de los espacios o niveles superpuestos de la creación manifestada, más allá de los ciclos repetitivos de la vida y de la muerte y más allá de las divisiones de sus fuerzas. Es el estado divino de nuestra resurrección sin fin que es perfección, beatitud, plenitud y unión.
El proceso de la iluminación sigue en nuestro cuerpo un camino específico que corresponde a nuestra conciencia y a la evolución del cuerpo humano en general. La conciencia de los seres humanos es generalmente no alineada con el plan físico. No sigue pues el camino el más corto entre el ser superior de nuestro espíritu y su encarnación en nuestro cuerpo. La causa es que nuestro conciencia separa generalmente el mundo material del mundo espiritual y que nuestro chakra de la cabeza (6°) aún no funciona completamente. Proyecta la energía de nuestra conciencia principalmente hacia delante, hacia el frente o lo fija en la parte atrás de la cabeza, en la memoria del pasado. La consecuencia es que este chakra vibra raramente en su centro de presente infinito. El sentido del presente nos escapa continuamente por nuestras fijaciones o resistencias y sólo de vez en cuando que se enciende cuando nos llega repentinamente una claridad de espíritu o un momento inesperado y fuerte.
El centro de la cabeza (o alta menor) debería ser el centro de la unión del templo de nuestro cuerpo que une las 7 energías de nuestro cuerpo (el menorah interior - delante del trono de nuestro alma). Es este centro de síntesis quién materializa la energía real (en todos los sentidos) de nuestro alma en nuestro cuerpo mediante el centro coronal. El centro coronal forma el trono de fusión y difusión de las energías del centro invisible de nuestro alma sobre nuestra cabeza (el centro alta mayor) conectadas con nuestro cuerpo. El centro coronal funciona como un diafragma energético de la luz tachyonica y monadica de nuestro alma. Se abre a medida de nuestra conciencia.
El camino de unión da pues vueltas, entre otras cosas debido a las resistencias de nuestra forma física, emocional y mental. Entra en nuestro cerebro en el sinciput, aunque sería más lógico más hacia el medio (en la fontanela previa o bregmatica/entre suturas coronales, frontales y sagitales). Su energía se manifiesta a continuación a través de un triángulo, conforme a la ley básica de la manifestación de la energía en las formas. Determina el proceso de nuestra iluminación hacia el centro de síntesis o unión de nuestra cabeza, indicado arriba. Este triángulo es un reflejo del triángulo más sutil en el centro alta mayor de nuestro alma. Conecta el centro coronal (más o menos abierto) con el corazón y el centro de la garganta. Este triángulo es el reflejo del aspecto trinitario de toda energía:
1. El aspecto involutivo: es la energía de nuestro origen (alfa) que conecta el centro del alma sobre nuestra cabeza mediante el centro coronal directamente con el corazón para darle vida. El corazón que se encuentra en el tórax (o torah-x=libro del cruce de los polos opuestos, que recibe, como un receptáculo vivo, la instrucción de la vida). Se inclina hacia la izquierda dado que esta energía involutiva es dominante. Activa de ventaja la parte izquierda, analítica de nuestro cerebro que la parte derecha, intuitiva debido a las resistencias y acondicionamiento guardadas en la memoria de nuestro cuerpo.
2. El aspecto revolutivo : el corazón reorienta la energía recibida hacia el centro de expresión de la garganta, hacia arriba, para expresar su integración en el cuerpo (con ayuda de la respiración) en nuestros actos, palabras y pensamientos. La energía recibida se transforma en fuerzas de armonización que reaccionan sobre las energías ya integradas en nuestro cuerpo según nuestro pasado y nuestra conciencia. Es la razón que podemos llamar este centro también el centro causal o karmico.
3. El aspecto evolutivo : la garganta orienta la energía integrada a la vez hacia la expresión y a la vez hacia la subida de nuestra conciencia mediante nuestro centro coronal hasta al nivel del centro alta mayor sobre nuestra cabeza, a final que nuestro ser superior realiza su naturaleza divina (omega).
4. El aspecto armonia : las energías involutivas, revolutivas y evolutivas se unen al centro alta menor de nuestra cabeza. Cada experiencia que la nueva energía nos permite vivir, tiene una influencia sobre la unión o la armonía de las fuerzas, presentes en nuestro cuerpo. Este centro de síntesis se consolida progresivamente y se mejora con nuestras experiencias para convertirse en cada vez más constante y cada vez más activo para irradiar finalmente la energía real (en todos los sentidos) de la iluminación. Es para eso que lo llamamos también el centro búdico (o Buda). El proceso de la iluminación va juntos con la apertura cada vez más consciente del camino celestial y la apertura progresiva del diafragma del centro coronal. Hay entonces una conexión más directa con el espíritu del ser superior y divino al cual nuestro alma da acceso. Al mismo tiempo que las energías involutivas y rotatorias/evolutivas se equilibran, la actividad de la parte derecha, intuitiva, de nuestro cerebro se intensifica. El equilibrio entre intuición y análisis va a formar un enfoque más directo y más global de la realidad : el de la visión de síntesis.
La capacidad de ver directamente las cosas en su conjunto nos permite vivir en los acuerdos de la armonía de la cuarta dimensión. Es la dimensión de la realización de la naturaleza humana. En cuanto el centro alta menor comienza a funcionar, las tensiones entre nuestro corazón y nuestra cabeza disminuyen hasta el momento que la vieja dualidad y rivalidad el uno con el otro desaparecen. La razón de nuestro corazón se convierte también en la razón que nuestra conciencia incluye puesto que están de acuerdo juntos con el espíritu de nuestro ser superior. Es en ese momento que somos conscientes realizar la voluntad del plan superior o el plan de Dios.
El centro de nuestra cabeza (6° chakra) forma finalmente nuestro centro de control y reajuste (feedback control) entre nuestro corazón y nuestro alma. Cuando las energías involutivas y rotatorias/evolutivas en nuestro cuerpo se armonizan, comienza a funcionar como centro de síntesis que permite a nuestra conciencia realizarse que somos amor infinito personificado. Por lo tanto la encarnación de nuestro naturaleza divina se vuelve más real y más presente por la bajada de nuestra alma hasta en nuestro corazón. Tenemos toda la fuerza del amor grabados en nuestra alma. El amor está el propio de la energía de nuestro corazón pero pide ser liberado de nuestros límites reajustándolos conscientemente por la energía que unifica del centro de nuestra cabeza. A medida que este centro se abre, la intuición se refuerza y se vuelve más pura, los poderes extrasensoriales se desarrollan en paralelo al poder de contemplación y de síntesis. La vida se convierte en una meditación activa, una experiencia continua de armonización con sí mismo, el ambiente, el otro y el adivino que une todo.
5. El aspecto compasión y perdón : la unión de la visión de síntesis tiene como efecto abrirnos también para la conciencia y la comprensión del dinamismo creativo de la realidad quién va más allá de toda dualidad y separación pero que tiende siempre hacia la perfección de la unión del conjunto. Podemos definir este dinamismo de unión creativa como lo que está el propio de la quinta dimensión. Implica la unión divina con nuestro alma y su energía pura de talentos. Es nuestro genio o la sustancia del increado con su potencial de crear por amor. Más que somos iluminados más que deseamos manifestar este potencial para el bien de todos. Estos experiencias, cada vez más creativas, nos hacen entrar en la realidad de una conciencia que es omnipresente. Nos convertimos en conscientes que participamos como elementos, cocreadores de coincidencias felices en lugar de sufrir las fatalidades o la casualidad, propias a una vida inconsciente. Es por esta actitud creativa que podemos entrar progresivamente en el mundo de las dimensiones que no son aún directamente visibles actualmente.
La entrada en la quinta dimensión es también una comprensión más profunda del sentido de la vida y las experiencias humanas en su proceso de elevación. Es a esta toma de conciencia que está vinculado el centro creativo quién se sitúa a la parte alta del esternón (que significa quien irradia), y que se llama el manubrium (punado quién irradia y sobre el cual articulan las clavículas, las claves de la expresión). En la espalda este centro se sitúa entre los omóplatos (el dos triángulos de la expresión). Se encuentra bien sobre el centro del corazón en medio del esternón a la altura del timo. Este centro es generalmente durmiendo en nosotros. Con todo, viene en actividad del momento que comenzamos a expresarnos de manera más creativa, hablando, cantando o dirigiendo energías mediante nuestros brazos y manos. Este centro parece formar en el futuro la contrapartida del centro de la conciencia de síntesis en nuestra cabeza. Parece destinado a convertirse en el centro de transformación, de expresión y de transición de las energías de nuestro elevación. En efecto, es el centro (timo = inmunidad, etomos = verdadero) de verdad que nos permite ponernos en la relación (o altura) libre y justo con el otro. Eso permite la comunicación sin perder nuestro potencial. Venir a la justa altura del otro es también la verdadero sentido de la compasión y del perdón que supone (perdón = volver la libertad).
La apertura de este centro puede causar un punto de dolor entre los omóplatos y ser la causa de quintas de tos inexplicables. Su bloqueo podría ser causa de infecciones pulmonares. Podemos llamar este centro creativo: el centro del compasión y del perdón, el centro de la verdad (de nuestras relaciones) o también el centro boddhisattva (el ser despertado quién sigue el camino de la compasión de Buda). Este centro es una expresión de la energía de amor del corazón pero sobre un plan más consciente y creativo debido al despertar de la conciencia del centro de síntesis en la cabeza.
El proceso de la iluminación transforma progresivamente nuestros acondicionamientos y resistencias y puede causar tensiones más o menos importantes a distintos niveles. Generalmente, estos fenómenos son momentáneos y no graves. Con todo, pueden revelarse muy serios cuando no se reconocen algunos bloqueos o que se fuerza la aspiración espiritual. Citamos a título orientativo: en la cabeza: migraña, males de cabeza, tensiones, pérdidas de equilibrio, problemas orales y dentales, problemas de los ojos u orejas, problemas nasales; en la garganta: irritaciones, afonía… ; en el tórax: problemas respiratorios (cambio de ritmo, asma…) , taquicardia (desplazamiento del corazón, cambio del ritmo); a aún: problemas de digestión (presión sobre el estómago), picores en los miembros, tensiones cervicales… y bien de otros. Estos problemas son señales que nuestras resistencias y/o desequilibrios con nuestro interior y/o exterior son más o menos importantes en este proceso de transformación.
La meditación del camino celestial se desarrolló a través de experiencias personales y colectivas. Pone de manifiesto que facilita el despertar del estado de conciencia de síntesis debido a que no armoniza solamente las dos partes derecha e izquierda del cerebro, sino que implica también todos los cuerpos, todas las partes del cerebro y los estados del alma de nuestro ser superior.
Según la ciencia nuestro estado de ser conoce varias ondas hertzianas que van de los estados de inconsciencia hacia estados de superconciencia. Se interconectan y coincidan todos estos estados más o menos. Hay 5 niveles reconocidos:
- El nivel de las ondas delta : de 0,5 a 4 Hz, las ondas el más abajo que corresponden a nuestro estado de subconsciencia. Es a este nivel que pasa nuestros acondicionamientos inconscientes bajo los impulsos de la información física, emocional y lógica de nuestro mental. A este nivel hay también las programaciones de nuestro alma que son los resultados de las experiencias de las vidas anteriores. Cuando nuestras respuestas a los impulsos de la vida escapan a nuestra conciencia, nuestro cerebro programa, como defensa y de manera inconsciente, reacciones en nuestro cuerpo físico, emocional y mental. El conjunto de estas reacciones forman nuestros acondicionamientos que lo promueven comportamientos automáticos que tienden a reforzarse y a escapar a nuestro control si no los trabajamos conscientemente.
- El nivel de las ondas theta: de 4 a 7 Hz, las ondas de los sentimientos y de la memoria. Permiten entrar en una relajación profunda y ser uno con todo, lo que puede prescindir durante meditaciones profundas, entrar en el subconsciente y también conectarse con las ondas sutiles del divino. Es un estado de despertar entre el consciente y el inconsciente que se acerca también al sueño y que corresponde al estado de memorización de información. Es probablemente para eso que no se memorizan los grandes choques que sufrimos.
- El nivel de las ondas alfa: de 8 a 13 Hz, las ondas del despertar tranquilo y la relajación ligera o del sueño lúcido. Permiten a partir de este estado proyectar creaciones de toda clase hacia niveles energéticos más sutiles de nuestro ser (música, deseos, conceptos…). Es el nivel intermedio y central de nuestro cerebro que permite hacer las relaciones y las conexiones. Es un estado crucial en todo proceso de unión y de fusión.
- El nivel de las ondas beta: de 14 Hz y más, las ondas de nuestra actividad inteligente normal. Parece esdtar también el estado de nuestras programaciones conscientes e inconscientes.
- El nivel de las ondas gamma: sobre 30 ó 35 Hz, las ondas de gran actividad cerebral, incluyendo una gran convergencia hacia la síntesis, es decir, de la conexión con nuestro ser sutil superior. Nos conectan con nuestros poderes extrasensitivos o hypersensoriales (visiones, clairaudience, telepatía,…) y los distintos estados de ser luz.La meditación del camino celestial se basa en una marcha progresiva a través de estos distintos niveles de ondas entrando en un estado de relajación y paz cada vez más profunda, cada vez más libre y luminosa y cada vez más cumplidos de beatitud y de plenitud que son señales de entrar en estados de realización de conciencia de amor.
El proceso:
- El principio: Busquemos un ambiente sin ruidos ( musica suave) que desvían, ni luz o calor excesivos que permite entrar fácilmente en la relajación de la paz interior. Como para toda la meditación, sea importante ser en una posición fácil, por preferencia la espalda derecha, eventualmente adosado. Comience con algunas respiraciones, los ojos cerrados para venir al ritmo natural de la calma interior.
- La confrontación con nuestra oscuridad (nivel delta) : Comenzamos a escuchar, ver y a sentir internamente la oscuridad, los bloqueos y todo lo que nos molesta o limita en nuestro cuerpo partiendo de la parte baja hacia arriba.
- La puesta en luz de nuestros acondicionamientos (nivel theta) : Guardamos toda esta información en simple presencia de nuestro espíritu, eventualmente recordando algunas veces a nuestra memoria las causas de los bloqueos.
- El mantenimiento del estado de relajación profundo (nivel alfa): Siempre guardando esta información en simple presencia de nuestro espíritu, guardamos una relajación profunda formulando el deseo de liberarnos de todos estos acondicionamientos.
- La conexión con toda la cabeza (nivel beta): Conectamos nuestros acondicionamientos y tensiones con todas las partes de nuestra cabeza, dejando el tiempo de conectarse con las que habrían podido programarlos.
- La conexión con el centro sobre la cabeza (nivel gamma): Elevamos, sin forzar, nuestra conciencia con todos estos elementos puestos en presencia del espíritu, hacia el centro sobre nuestra cabeza y dejamos unirlos con su potencial.
- La interacción entre todos los niveles:“Dejamos conscientemente” obrar recíprocamente el potencial del centro de nuestro alma con nuestra cabeza y luego con todo nuestro cuerpo aceptando experimentar la armonización que penetra progresivamente cada vez más profundamente hasta en la oscuridad de nuestra inconsciencia que se reprograma recibiendo la energía luminosa de amor de nuestro alma mediante nuestra cabeza y nuestro corazón.
Cuando la luz de la fuerza real de nuestro alma puede penetrar en nuestras oscuridad, la puerta del mal se cierra (Gran Invocación). Se trata de un trabajo espiritual de un realismo iniciático absoluto.
Podemos trabajar de manera específica sobre uno u otro acondicionamiento o defecto, pero es capital de nada “querer fijar" si no reforzamos el estado de separación de nuestro cuerpo con el potencial de nuestro espíritu. El trabajo de armonización, fusión y reprogramación no podrá hacerse en ese caso debido al hecho de que el centro de nuestra cabeza `(6° chakra) va proyectar toda energía hacia el futuro mediante el frente (ajna) y va no permitir que el diafragma coronal se abre de ventaja para una relación más intensa con el centro de nuestro alma sobre la cabeza.
El camino celestial debería convertirse en un estado de ser profundo, normal y continuo por cuál valorizamos todas nuestra información y nuestras expresiones como un servicio consciente a lo mayor bien del conjunto. Eso supone una conexión permanente con la energía luminosa de nuestro alma, dejando pasar su energía creativa de amor libremente en nuestro cuerpo, como lo hace nuestra sangre con ayuda de nuestro corazón. Esta actitud nos aporta la liberación de las causas de nuestros acondicionamientos del pasado. Nos aporta la vida inmortal por la liberación de la memoria de las vidas anteriores más allá de la muerte física. Por fin, nos aporta la liberación de nuestro potencial creativo, de nuestros dones espirituales y la comprensión de las señales en nuestro entorno.
Somos sensibles a todas las observaciones y sugerencias al fin de mejorar este tema.
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