En diferentes ocasiones teníamos la posibilidad de compartir en
convivencias en un contexto de proyectos colectivos. Cada vez nos hemos dado
cuenta del desafío de llegar a nuevas formas de vida que puedan expresar
nuestro sueño de un mundo mejor. Pasar
del viejo al nuevo es un proceso de transformación. En el mundo animal hay dos
procesos. El proceso directo que libera el animal en su nacimiento y el proceso
indirecto o completo que es un proceso de metamorfosis à través de diversos
estadios de formas diferentes para llegar a su forma definitiva como lo hace la
mariposa.
La nueva orden anuncia la liberación de un potencial de expresión
a que nunca conocimos antes.
finca el camino 31.102013 9H47.16
La época actual libera una mezcla de procesos de
transformación entre los seres humanos más o menos largos. Depende de la manera
en que podríamos llegar a una relación más correcta con nuestro ser autentico y
al equilibrio entre nuestra vida como individuo y la vida colectiva del
grupo. Estos procesos dependen de
nuestra capacidad de cambiar nuestras relaciones con los demás como
interactividades de servicio mutuo al mayor bien de todos. Nuestra verdad
profunda se revela desde y en la medida que sepamos expresar correctamente y situarnos
conscientemente en el conjunto de la vida universal. Eso es completamente nuevo
por el hecho que eso ya no depende solamente de reglas o de un orden establecido.
Es decir pierden su sentido si ya no corresponden a nuestra verdad interior.
Es en este contexto de crisis que cada día más personas se
dirigen hacia nuevas experiencias para descubrir cómo encontrar relaciones más
justas con uno-mismo, el entorno y demás. Es también en este contexto global en
el que hacemos estas reflexiones como una síntesis de diferentes experiencias,
intentando destilar desde allí el gran camino de transformación que une todos
los caminos.
Todos tenemos la tendencia de tomar nuestro círculo de vida
como lo más importante así que lo vemos todo en ella, por ella y con ella. Esto
es válido tanto a nivel individual y familiar, como a nivel más colectivo. Así cuando entra alguien de fuera, las
diferencias pueden dar revolcones, sobre todo cuando el que entra no respeta
este entorno, diferente pare él. No obstante esta entrada no puede ser casual
desde el punto de visto del plan universal de la vida. Es la señal de una oportunidad, incluso una necesidad de cambios mutuos.
No importa si lo juzgamos como contraindicado desde nuestra mente condicionada.
El plan de la vida ofrece posibilidades que facilitan nuestra propia transformación.
Es nuestra mente la que muestra donde están nuestras resistencias frente a lo
que necesitamos pero hasta ahora no está integrado y experimentado.
La razón es que necesitamos todos siempre una referencia de
reconocimiento, adaptado a los objetivos que nos ocupan y que defendemos según
la evolución de nuestras realizaciones. Por definición nuestras referencias son
limitadas y fijadas por las incoherencias en la visión de nuestra conciencia y mientras
que estaríamos en reacción contra algo o que tenemos a probar algo. Las
experiencias nos han mostrado y probado que todo el mundo y toda colectividad
esta confrontada a eso, a pesar de su buena voluntad.
Desde hace dos mil años hemos puesto el acento sobre la buena voluntad. Siempre es vital estar dispuesto
hacia los cambios de la vida. Pero solamente es el inicio de un proceso. Nos da
el impulso de buscar mayor “coherencia” en nuestras acciones, aceptando
la confrontación con todo lo que nos condiciona e impide de ser uno-mismo. Pero
esta confrontación no necesita el espejo de fuera sino un campo u horizonte que
abra la visión de manera que todo recibe nuevo sentido. Es la imagen de los
pastores que reciben el mensaje de un ángel y
se juntan en un coro. La buena voluntad es crear en lo concreto el
espacio propicio para la transformación.
La buena voluntad da a nuestra dimensión espacio su aspecto
de conexión con el espacio transcendente universal, primer fundamento de la
cuarta dimensión. Se traduce por estar
dispuesto y dejar fluir. En concreto es la liberación de la energía del
cóccix.
Para eso, es también indispensable tener la buena intención o dirección. Es construir constantemente la conexión con el dinamismo del estado del “orden”
superior del alma del grupo y de sus individuos. Esta conexión es la que
permite que nuestro trabajo mental no se fije y se limite en los límites y
condicionamientos egocéntricos de nuestras personalidades.
Se traduce por la actitud interactiva con todos los que
trabajan en la formación y la elaboración
concreta de una visión de un nuevo orden, abierto, dinámico, creativo
y holístico. Es el gran desafío de los momentos actuales. Es en, por y con él
como se revela el plan de la evolución de la tierra o la voluntad divina. Lo
hemos tratado ya en diferentes ocasiones anteriormente. El plan es transformar en positivo el orden existente hacia relaciones más justas
en servicio al mayor bien del conjunto.
La buena intención da a nuestros condicionamientos y
condiciones de vida su sentido de relatividad transitoria en el tiempo
transcendente de la energía incondicional del universo. La incondicionalidad,
el no tiempo o el presente infinito, es el segundo fundamento de la cuarta
dimensión. Se traduce por amor
incondicional. En concreto es la
maestría de la energía vital, integrando la energía sexual en todos sus
aspectos.
Transformar revela la necesidad de un proceso de buena intensidad. La transformación es un proceso
de canalización hacia la unión transcendente en pro y no en contra. Transformar
es traspasar y/o quitar resistencias.
Incluye entonces poder valorarse uno-mismo confrontándonos por una actividad
mental intensa con todo lo que nos aleja de nuestro equilibrio interior y
exterior para reconocer sus causas. Pero valorar desde el solo punto de vista
de nuestros límites mentales no es posible. Es necesario abrirse y aceptar
fluir en todo que se presenta como señales u oportunidades que refuerzan la “belleza”
del nuevo orden de unión. Sin eso, toda iniciativa de transformación corre el
riesgo de conducir hacia el reforzamiento del espíritu de dominación elitista o
de eliminación sectaria del orden viejo. La transformación del mundo tiene
exigencias interactivas que no teníamos costumbre de ver.
La buena intensidad da a nuestras expresiones (actos,
pensamientos, palabras) una fuerza transcendente que supera a todas las
resistencias. Da un sentido o valor transcendente a nuestras expresiones
uniendo a todos nuestros compañeros de camino en un movimiento de aspiración-transformación-elevación
por el reconocimiento de su belleza. La belleza es la prueba de que estamos en
el plan universal de la vida. La fuerza de la belleza es el tercer fundamento
de la cuarta dimensión.
Si nuestras
referencias no tienen un carácter universal, se esconden siempre tras ellas las restricciones de un ego o una
personalidad individual y/o colectiva que quiere probar algo que lo separe del
otro. Es la causa por lo que es tan difícil a dejar el pasado, no repetirlo y no proyectarnos en nuestros ideales de futuro, anticipándolas. Que
nos demos cuenta que nuestra razón
egocéntrica busca, por falta de visión holística, sus referencias en el otro con
el fin de poder proyectar nuestra culpa, o nuestros defectos, hacia el otro (el
cabeza de turco) y para justificar nuestro estado de víctima y de impotencia
aparente. Para cambiar esta actitud se necesita
salir de nuestro entorno habitual y abrirnos continuamente para lo que el otro
puede ofrecernos como belleza de la vida que todavía no hemos visto.
Al fin llegamos al cuarto punto que necesitamos y
es la comunicación o la interactividad solidaria. Es lo que puede dar a nuestras expresiones la unión o el acuerdo de la cuarta dimensión.
La comunicación solidaria abre la puerta solar (raja) y estelar hacia El Espíritu Universal y Su Conciencia Pura
fundamento de la armonía y el espíritu de consenso de la cuarta dimensión. La
solidaridad supone abandonar su soledad o separación permitiendo el encuentro
con lo que hemos ignorado o no integrado todavía.
La interactividad solidaria comienza
con la comunicación dentro de nuestra cabeza entre todas sus partes
(delante-proyección futuro/detrás-refugio en la
memoria/izquierda-análisis/derecha-intuición). Este el proceso de la perfección
actual de nuestro cuerpo mental.
La fijación en el pasado o el
futuro nos corta del Espíritu Universal de Verdad y su luz de realización de Conciencia Pura. Estamos
siempre en un presente infinito. Incluye el pasado y el futuro pero no son fijados
o restringidos. En nuestras fijaciones
mentales estamos siempre en la
expectativa de que vamos recibir una situación mejor de fuera (de alguien o
algo) que realmente tenemos difícil para integrar dentro de nuestros conceptos.
Entonces, cuando se ofrece esta situación, no podemos aceptarla cuando no
estamos en unión consciente con el potencial del Espíritu de Verdad como
nuestra realidad transcendente.
La Conciencia Pura del estado de
unión de nuestro Ser Superior tiene todas las posibilidades según como
dirigimos nuestras ideas. Pero desde el ego no podemos entrar en este potencial.
No se puede atraer otros pensamientos que aquellos que se tienen en la memoria,
que ha fijado y experimentado. Solo cuando relativizamos y relajamos el ego,
haciendo el salto en el vacío hacia la conciencia incondicionada, podemos pasar por encima de nuestra mente limitada
y dominada por nuestros sentimientos
y pensamientos. Atraen “automáticamente”,
por resonancia, las ideas correspondientes según la ley de atracción. Si es necesario confrontarnos con nuestros
problemas para darnos cuenta de nuestra posición
limitada en relación al presente, su disolución no se produce antes que los hayamos
relativizado y puesto de nuevo en el conjunto incondicional e infinito del
Espíritu Puro.
Relativizar el yo de nuestra
personalidad con sus conceptos, sistemas, problemas y automatismos es hacer el salto cuántico en el vacío o la
reunión en la energía universal o cuántica del universo. Eso se pone en marcha en
el estado de meditación. Es decir cuando quitamos nuestras limitaciones para
entrar en la realidad animadora de nuestra alma y su principio de conciencia,
el espíritu de nuestro ser superior. Viene más y más libre, universal o divino,
al medida que podemos dejar todo concepto de limitación individual o
personal. Nuestra esencia divina es en
realidad una entidad transpersonal. Es el desafío de la mente poder entrar en
el mundo abstracto e incondicional, es decir el mundo de todas las
posibilidades, de la energía universal y su luz de Conciencia Pura.
Eso pide un sacrificio. Sacrificar es relativizar o hacer la justa distancia con
todo para ponerlo en un contexto más alto o sagrado. Así nuestros problemas no
se solucionan haciendo solamente análisis. Existe el riesgo de que quedemos en
el mismo contexto pesado y restrictivo del ego. Tampoco podemos solucionar todo
por medio de la intuición, que pide siempre verificación y por cuya falta de se produce desconfianza,
duda y desorientación. En la medida en que podemos ver un conjunto de
posibilidades más perfectas, responsables y liberadoras es como nuestra expiación puede ponerse en marcha. Comprendemos
expiación en su sentido espiritual de cambio y de liberación por conciencia,
eligiendo el mejor camino que se presente.
En realidad, el análisis, separado de la acción mental
de unión: la síntesis. Es una acción de división y de separación con el
presente. Confirma los límites de nuestros conceptos existentes. En la medida
en que vienen más claros, el análisis nos conecta con los hechos del pasado. No
indica en sí mismo la abertura del camino del justo medio por armonización pero
empuja al camino alternativo por el contrario. Esta oposición a la intuición es la que nos conecta con las
consecuencias de nuestros actos en el futuro si no hay intervención de cambio. Eso
estimula nuestra aspiración y la tendencia de tomar nuestros deseos por
realidad.
Ambos tienen sus límites debido a
sus tendencias de polarización, fijación e ilusión que podemos justificarnos fuera
de nosotros-mismos. No podemos confrontarnos con nuestros defectos, miedos y
distorsiones hasta el momento en que podamos elegir una u otra dirección que
nos una con la realidad superior que une toda diferencia, división y separación.
Desde la unión entre análisis e intuición es
como la conciencia se vuelve libre y como el libre albedrio tiene su verdadero sentido
de elegir lo que producirá los mejores efectos en el futuro. Es la unión de
síntesis lo que pone todo en un contexto más abierto, completo y dinámico que
atrae a la mente las ideas que permiten disolver nuestros conceptos
erróneos. En ella el análisis se alarga
hacia un espejo de retroalimentación (feedback) sobre las experiencias vividas
y la intuición funciona como un antecontrol (simulación) de las consecuencias
de lo que elegimos dentro de las posibilidades que se nos ofrecen según nuestro
nivel de conciencia realizado. La síntesis efectivamente funciona como una
balanza que nos permite situarnos en el justo medio para elegir la mejor de
nuestras posibilidades. Es una acción supramental
directa, abierta y global, incluyendo el análisis y la intuición, pero sin
fijarlos. Permite ver por encima de los límites del horizonte de la mente
concreta. Supone dejar fluir nuestras expresiones sin fijarlas, analizando lo
que pasa, o mirando solamente la perfección de sus resultados. Es la actitud
del arquero. Observar en el medio absoluto la unión de todos los elementos
que constituyen su acción, dándoles a todos sus relaciones justas. En la
elección libre de esta actitud del justo medio se disuelven todas las
resistencias y problemas.
Nuestra mente era,
hasta hace poco, incapaz de unir las diferentes partes del cerebro, así no
vemos más que una parte de la realidad
que se muestra como defecto. Todos los
cambios planetarios e interplanetarios facilitan nuestra conexión con la
realidad universal cuántica que nos une a todos. Es decir estimula la
interactividad entre las partes del cerebro hacia la visión de síntesis o de la
realidad “uno”. La invención de la teoría de la mecánica cuántica es la prueba
más científica de este proceso. El despertar de la conciencia colectiva
revelara cómo es el aspecto de la realidad espiritual y la cualidad de
conciencia que corresponde a la masa universal de energía cuántica.
El descubrimiento
de esta posibilidad de unir nuestras informaciones por encima de las
restricciones del yo en el conjunto de una conciencia pura y total, revela justamente
el proceso de los seres humanos hacia un nueva manera de pensar y de estar
consciente de la verdad de la vida, que llamamos la conciencia de síntesis.
Este cambio es lo que significa la crisis actual y que conduce hacia el
funcionamiento del sexto chakra como instrumento central (en el centro de la
cabeza) de interactividad inteligente universal en lugar de un instrumento de proyección personal (al frente)
que es propio del principio de la dualidad y de lucha de la mente imperfecta.
El funcionamiento
más perfecto y continuo de nuestro sexto chakra nos conduce inevitablemente
hacia una vida más interactiva y colectiva. La interactividad con la energía
cuántica del universo necesita efectivamente que hagamos experiencias
colectivas de apertura y de unión y que las iniciaciones en la conciencia pura
se hagan más en un plano colectivo que en un plano individual tal como pasaba anteriormente. Es la manera más fácil, apropiada y ligera para superar
nuestros problemas.
El desafío de
toda empresa colectiva, sea cual sea su naturaleza, es la apertura, por encima de su propio círculo restrictivo, hacia
nuevos horizontes, flexibilidad y evolución permanentes. El parámetro del
espíritu puro es alegría, ligereza por la justa distancia y sorpresa ante
nuevas posibilidades.
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