Cuando nuestro corazón se une con nuestra
cabeza, corta los
impulsos de nuestros condicionamientos, dando libre corriente
a la luz que
recibe. Así, nuestra sexto chakra, que se encuentra en el
centro, al interior
de nuestra cabeza entre epífisis, tálamo, hipotálamo e
hipófisis vuelve libre
para iluminarse en su centro. Supone un equilibrio entre los
chakras, sobre
todo entre el sacro y la cabeza.
A este momento nuestra visión vuelve
holística y despierta nuestra
conciencia de ser relacionado con la esencia luminosa de
nuestro Ser Superior y
el mundo ideal de la unión de todo y todos. En este momento somos seres búdicos de
luz, unidos con el
mundo nirvánica que tiene la luz de la unión de la creación de
nuestro Espíritu
Uno común. Nuestro ser individual no desaparece,
pero fusiona con la
luz del estado Buda de nuestro ser Superior, recibiendo la
estimulación de la
liberación y expresión del potencial de nuestra alma. Por eso,
este sexto chakra es la
base de
la aclaración y ajuste de nuestras relaciones y se llama “el chakra Buda”.
En estos momentos
experimentamos que
la conciencia de unión provoca alivio de nuestros
condicionamientos personales
y colectivos en forma de límites, frustraciones, tensiones y
luchas. La razón de
esta liberación es que en esta unión el amor y la sabiduría de
las fuentes de
vida de nuestro Ser Superior llenan nuestros cuerpos de
encarnación y cumplen nuestra
hambre y sed de nuestras almas de ser feliz. Tampoco la separación con los otros se disuelve para generar un solo ser. Así se abre
también el séptimo
chakra de nuestra "ser Cristo".
El estado de despertó ideal de
Buda dentro uno
mismo y alrededor de nosotros, nos une efectivamente con nuestra esencia de
unión divina de
Cristo por la abertura del diafragma de luz entre el chakra coronal y el centro del alma, alta mayor, que se sitúa encima de el.
La presencia de la union del espíritu Cristo-Buda dentro y alrededor de
nosotros nos
transmite entonces la gracia de nuestra liberación del mundo
de la dualidad y
expande la energía de compasión y de perdón que Jesús
(Sananda) nos ensenaba
como esencia de la energía de sanación.
Esta experiencia hace comprender el reto del
despertar de la
nueva conciencia de unión en el mundo que conduce a una
transformación total de
nuestra manera individualista y dualista de pensar y actuar.
Más
en concreto:
Nuestros chakras están naturalmente
polarizados dos por dos,
formando circuitos que generan energías específicas de
movimientos en forma de
8. El corazón funciona por liberación y armonización de los impulsos de las
tensiones provocadas
en estos circuitos. No esta polarizado, pero refleja estas
polarizaciones interiormente
en su funcionamiento. Así nos lleva encima de estas
polarizaciones y permite que
su energía sea presente en cada chakra como base de su
funcionamiento,
movimiento y expansión.
El chakra del sacro regula la repartición de
las energías vitales-sexuales
en relación con el sexto chakra que transforma sus
informaciones en el conjunto
de nuestras relaciones, abriendo o despertando nuestra
conciencia.
Estos dos chakras tienen también la función de
mediadores entre cóccix-coronal y plexo-garganta. En realidad,
el despertar de
los chakras(Kundalini) es el efecto de un proceso de
des-condicionamiento y de armonización
entre
todos ellos. Supone también la armonización
de las polarizaciones inferiores de
los
chakras entre ellos (1-7, 1-6, 1-5,etc).
El proceso de
des-condicionamiento de
los chakras depende de nuestra manera de pensar, actuar y
hablar en relación de
nuestro unión o las relaciones correctas con todo y todos. Es la ley del amor en mas concreta para la era de acuario.
La conciencia de esta unión
es finalmente el
resultado del poder de
síntesis de
nuestro sexto chakra en el centro de nuestra cabeza, uniendo y
transcendiendo
la intuición y análisis. Dejándonos libres de cualquier
fijación de nuestras
informaciones, este chakra,llamado chakra de Buda, vuelve el
chakra de nuestra iluminación, uniéndonos con la luz crística
que une la creación.
Nuestra iluminación es el efecto de la ley de síntesis
por cual permitimos ser en relaciones correctas con nosotros
mismos, el entorno
y los medas. El efecto es la fusión entre el yo personal y
nuestro Ser Superior Trascendente por su alineación, abriendo
el séptimo chakra del Cristo. La base
de las relaciones correctas son 4 acuerdos que tienen su
inspiración en la
tradición tolteca.
Cada acuerdo implica el respecto de una dimensión fundamental del ser humano:
1. la dimensión formal o material: el acuerdo de comunicar como iguales de manera inocente o en respecto con nuestra autenticidad;
2. la dimensión temporal o transitoria: el acuerdo de respectar la libertad del otro, o no actuar actuando poniendo su persona al primer plan.
3. la dimensión de intensidad o de fuerza: el acuerdo de no actuar con suposiciones pero para verificar.
4. la dimensión del sentido o acuerdo holístico de la vida: el acuerdo de actuar siempre en servicio del mejor bien de todos.Supone la conciencia que todo es interactiva y pide la actitud de
solidaridad: expresión concreta de amor y sabiduría en nuestras
relaciones.
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